Recuerdo como mi padre realizaba los crucigramas sin prisa pero sin pausa, recuerdo verlo sentado en su sofá con el periódico en la mano, dándole vueltas a la cabeza sobre la definición en cuestión. Al preguntarle sobre el secreto de su ocio, el me decía que estimulaban la mente, que hacían que pensar, para que no se volvieran vagans las neuronas, asi que me propuse probar, compre mil revistas dedicadas a ello, pero ninguna me entretiene como los crucigramas del Sr. Fortuny de La Vanguardia. Su secreto, su manera de darnos las definiciones, no se reduce a preguntarnos tribus nómadas de la región de la Guayana, o insectos coleópteros de digestión perezosa, sino, mas bien todo lo contrario, las respuestas que hemos de encontrar son verdaderamente fáciles, lo complicado son sus definiciones, que si bien al principio uno no entienda nada, al final, por costumbre, consigues hablar su mismo lenguaje. De hecho el Sr. Fortuny también es el predilecto de mi padre.
Lo divertido ahora es al juego que jugamos, es decir, mi padre empieza a realizar el crucigrama y yo lo termino, pero con una dificultad añadida, el me pone algo erróneo y yo debo averiguarlo. Os aseguro que es muy gratificante. Y os lo recomiendo, probad de hacer uno y vereis como evolucionais.