viernes, 10 de julio de 2009

EL SUICIDIO DE LAS PIEDRAS


No se que ocurre ultimamente en las alturas de los edificios, pero en el corto espacio de dos días ya he visto dos suicidios de piedras, el primero de ellos, ocurrió en la mañana de ayer, cuando por una calle por la que suelo pasar todos los días, sin previo aviso, se lanzo la primera piedra procedente de una gárgola de un antiguo edificio, era del tamaño de dos cabezas, y su caída fue brutal, aterrizo en la calzada, justo a dos palmos de un ejecutivo que volvió a nacer, solo dos palmos es la diferencia entre la vida y la muerte. Aun puedo ver la palidez del hombre, y su quietud férrea, agarrándose a los milagros.

El segundo de ellos, ha sucedido hoy, a escasos metros del lugar de mi trabajo, se habían suicidado algunas baldosas pertenecientes a algún balcón, aterrizando en la acera, con el consiguiente susto de los transeúntes.

Algo debe suceder en nuestros tejados para que estas cosas inanimadas quieran dejar de existir y convertirse, en lo que algún día todos seremos, polvo.

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